Paseando por las calles de La Habana uno puede encontrar numerosas muestras de arte urbano, pero sin duda una de los más impresionantes es el que realiza Maisel López. Desde 2015, el artista se dedica a poblar los muros de la ciudad cubana de retratos de niños gigantes que cada día sorprenden a miles de residentes y turistas.
El realismo de estas enormes pinturas es tal, que casi parece que los niños retratados vayan a cobrar vida de un momento a otro. Miradas curiosas, sonrisas repletas de inocencia y rostros cargados de vitalidad protagonizan las obras de Maisel, que aunque parezca mentira no recibe ningún tipo de ingreso por llenar la ciudad de estos increíbles retratos.
Para este joven artista, que también es profesor, los niños son sinónimo de expresividad, de vida y de alegría, y por eso los ha escogido como protagonistas de su arte. Aunque en todo este tiempo se ha especulado mucho sobre la identidad de los niños de sus dibujos (algunos pensaron que eran familiares, otros, menores desaparecidos), lo cierto es que los pequeños son desconocidos que Maisel escoge al azar, buscando que su alegría y candidez animen lugares grises y descuidados de la ciudad.
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Aunque el impactante resultado de sus mega retratos sugiera lo contrario, en realidad «el pintor de los niños gigantes”, como le conocen muchos habaneros, tan solo utiliza unos pocos materiales para realizar sus trabajos. Impermeabilizantes, acrílicos y esmaltes logran que sus pinturas resistan las inclemencias del tiempo para seguir llenando de felicidad y ternura a los caminantes habaneros.
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