El simbolismo de ‘El matrimonio Arnolfini’ de Van Eyck va mucho más allá de lo que crees
Toda obra de arte tiene su mensaje, que no es otra cosa que aquello que su creador intenta transmitir con ella a todo aquel que la admire. Pero en algunas ocasiones, esta intención llega tan lejos que cada pequeño elemento de una composición tiene un significado oculto. Un buen ejemplo es la obra El matrimonio Arnolfini, del pintor flamenco Jan Van Eyck. Un retrato repleto de detalles en el que ni un solo objeto está ahí por casualidad.
Historia
Seguro que los rostros de esta joven pareja histórica te resultan más que familiares, ¿pero sabes quiénes fueron Giovanni di Nicolao Arnolfini y Constanza Trenta? El primero, proveniente de la Toscana italiana, fue un comerciante de seda que logró amasar una notable fortuna en la ciudad de Brujas del siglo XV.
Fue en el año 1434 cuando el maestro Van Eyck realizó este famoso retrato de Arnolfini junto a su esposa Constanza, que murió un año antes de que este pintara el cuadro. Esto ha llevado a pensar que se trata de un retrato póstumo o alguna especie de homenaje de Arnolfini a su mujer, que se dice que podría haber muerto dando a luz. Otras hipótesis apuntan a que la mujer del retrato podría ser la segunda esposa del comerciante, ya que su apariencia es más flamenca que italiana.
Embarazo
A pesar de lo que la mayoría de personas piensan cuando contemplan esta obra, la señora Arnolfini no estaba embarazada en el momento del retrato. Lo que sucede es que en el siglo XV era muy habitual retratar a las mujeres con el vientre abultado como símbolo de fertilidad.
Perro
La presencia de una mascota en este cuadro tampoco es casual. El significado del perro tiene que ver con la fidelidad y el amor, aunque su raza también habla del alto estatus social del matrimonio, ya que se trata de un grifón de Bruselas, descendiente de un largo linaje de terrier flamenco criados para la caza de ratas.
Sandalias
En la parte izquierda de la obra vemos un par de sandalias que, de nuevo, son un símbolo de opulencia. Este calzado, de cuero teñido y con hebillas de metal importadas, era la última moda entre las mujeres ricas de la época.
Las naranjas y el cerezo
Mientras que a través de la ventana observamos lo que parece un árbol de cerezas, símbolo del amor, las naranjas apoyadas en el alféizar y el mueble, iluminadas por el sol, de nuevo son indicadoras de fertilidad y de riqueza, ya que esta fruta se importaba del sur y resultaba muy cara en la época.
Espejo
La principal función del espejo, sin duda uno de los elementos más complejos y con más detalle de la obra de Van Eyk, es mostrarle al espectador lo que se esconde detrás de la visión del propio pintor. En este caso, observamos un par de siluetas que bien podrían ser los testigos de la boda o el propio pintor con algún compañante o familiar de la pareja.
Firma
Un detalle que fácilmente puede pasar inadvertido es la firma del propio pintor flamenco en la pared del fondo de la habitación. Lo que dice exactamente la inscripción es «Johannes van Eyck fuit hic» (Jan van Eyck estuvo aquí)».